jueves, 29 de agosto de 2013

MARY LOW


ANOCHECER DE VERANO

La vida y la luna se inclinan fuera de la ventana
(sus codos marcan manchas perladas en el borde)
Y observan a travès del oscuro valle
El sonido de la flauta, la tarde detenida
Pinta palacios de espejos en el cielo,
Todos envueltos en mortajas de espuma brillante.
Es una hota muy lenta del dìa.
Bajo los grandes arcos de la orilla
Largas, inclinadas colimnas de luz construyen escaleras
Para las ociosas motas de polvo del verano
Que deambulan hacia arriba y son atrapadas
En telas de araña de cristal
Severamente gravadas contra la usurpadora noche.
En alguna parte existe un vago viaje hacia el progreso,
Un viaje sin objeto ni destino,
Todas las fronteras abarrotadas;
Una marcha emprendida en la perdida aguja
De un viejo baròmetro.
¿Debemos ir?

Mary Low:

miércoles, 28 de agosto de 2013

HUGO GOLDSACK







ELEGIA DEL PRIMER ALUCINADO

Yo no podría negar los derechos de L- Tor
Nadie negará tus derechos, L- Tor.
Aunque por defenderlos me apedreen.
Y mis hermanos de clan me arranquen los ojos.
Y me quiten de las manos el lábaro de mi tótem.
Y me abandonen ciego en la selva enemiga.

Nadie negará tu existencia, L-Tor,
Mientras yo esté vivo,
Y tu voz de azufre ritual me ilumine el plexo,
El sexo y la boca
Como si empezara a arder.

Tú sabes hablar en la noche.

Inmóvil y desvelado al fondo de la caverna.

Tú sabes hablar y ladrar
Y aún cantar como los pájaros.

Y graznar con la vieja y sabia lengua de lechuza.

Y desbordar los ríos de la sangre
Como si me deshielara.

Tú sabes herir de vida, L- Tor.
Tú enseñas a golpe de relámpago
Y sobre la fuga de los lobos
Consigues que estalle la dentadura alegre
De una flor que me hace reír hasta la aurora.

He medido tus plantas en la arena del sueño,
Son iguales a las mías.

He acariciado el follaje con mi áspero tacto
Y lo he visto temblar lo mismo
Que cuando tú lo besas
Mientras el sol se pone.

Las aves del aire se devuelven
Cuando las silbo como tú
Y tú estas dormido.

L-Tor, L-Tor,
Sombra mía,
Hermano mío,
Llanto mío,
Tú y yo somos el mismo espectro,

A veces, tú el eco y yo la voz.
A veces, tú la flauta y yo la música.

La música que empuja hacia fuera a la tribu
Y la obliga a danzar sobre la escarcha.

Pero tú no pesas, L-Tor.

Tú no necesitas alimentos, L-Thor,
Ni agua con fuego adentro.

Tú no aúllas de dolor cuando nos hieren
En medio de la guerra.

Tú eres inmutable como el sol en el aire.
Tú eres de aire,
De aire tibio,
Y te pareces extrañamente al miedo
A veces…

Porque mi lengua te sigue, me persiguen.

Porque te llamo como a mi padre, que era bueno,
Me apedrean en la fiesta.

Porque converso contigo cuando ronda la hiena,
Los ancianos azuzan contra mí
Los poderes del hechicero.

Y mi suegra suele llorar diciendo:
-Ya no es el mismo, ya no es el mismo…-

Un muro de azufre me cerca.

Un río de odio morado me ahoga.
Una noche sin luna se me congela en los huesos
Y veo los ojos ardientes del lobo
Iluminando de sangre las huellas
Del que tiene que morir esta noche.
L- Tor, estoy perdido.
Hermano mío, estoy herido.
Padre celeste, la fiebre me hace crujir las sienes.
Pero, yo no te negaré nunca, L-Thor.
Antes de negarte, que me devoren, L-Thor.
Que nunca nadie niegue tus derechos, L-Thor.


***


ELEGÍA PARA EL QUE MURIÓ DE NUEVO


Esta noche, el pecho del mar se romperá bramando contra las rocas muertas.

Esta noche, un aullido llenará de lágrimas el ojo de los faros.

Esta noche gemirán solos todos los armonios del mundo,

Y el viento de los médanos oficiará una misa
Para la muerte de la anémona
Porque el hombre está triste.


Esta noche, un llamado despertará a la madre.
Que se erguirá en la huesa
Con las cuencas quemadas por espesas lágrimas de barro.

Con sus duros dedos cogerá del aire agua lunar.

Con sus negras uñas tejerá vendas de olvido,
Y como antes a la cuna, ahora correrá hacia la ciudad,
Por caminos que sólo los ladridos transitan,
Porque el hombre está herido,
Y ese hombre es su hijo.

Esta noche el hombre estará sentado sobre un lecho negro
Partiéndose el pecho contra los muros irremediables.

Llenando de lágrimas el ojo de su dios.

Ahogándose inútilmente en las sordas músicas del vino.

Nadie vera el flujo de su sangre, creciéndole en la conciencia,
Hasta quebrantar sus sillares inmemoriales.

Nadie sabrá del derrumbe
Ni escuchara el espantoso hervor de sus piedras, arrastradas por la resaca
Hacia el abismo de la muerte,
Al abismo final en que flota una anémona,
Perdida para todo alto destino sublunar.

Pero tal vez no sea enteramente cierto.
Yo sé que el hombre tendrá un consuelo esta noche.
Es posible escuchar pasos de seda sobrecogedora.

Y es posible una mano de celestes huesos y uñas negras.
Acariciando los cabellos negros,
Mientras el mundo llueve afuera.

Qué tristes son las citas del hombre con sus muertos…

Qué desconsuelo hay en sus vendas de olvido,
Y en el agua lunar que una mujer,
Vestida de líquenes y polvo,
Ejercita inútilmente contra la fiebre,
Que ciñe de rojas y atroces coronas
Las sienes de su hijo…

El hombre está herido y muere,
Y mira como arden, lejos,
Brumosos calendarios.

Una balada tenue suelta al aire sus signos
De cristales agudos,
Por encima de los vagos abanicos del humo.

(Anémona perdida…)

El silbido viene y va, mientras se ahogan,
En los últimos limos, las pausadas
Columnas del crepúsculo.

(Oh, dedos que insistieron
En entrar en la celda del que no tenia
Otra defensa que su obstinada soledad…)

Humo y trino pastoril han conseguido
Pulir peldaños de amatista,
Para que no resbalen las sandalias del lucero.

(Ah, los pies en que el vencido
Creyó besar la tibia cifra
De su regreso al mundo…)
En el cielo indeciso,
El abracadabra de los murciélagos
Enseña, siniestramente
Que también las campanadas tienen sombra.

Ay del hombre herido que está muriendo en la noche…

Ay del que solo tiene el salmo de sus fantasmas…

Ay del que perdió su anémona, y con ella, la vida.

Ay del que desertó de su soledad para besar el viento,

Y enceguecido por su relámpago rubio y verde y rojo,

No tuvo siquiera la cama de piedra de su celda para morir de nuevo!



HISTORIA PARA UNA NOCHE DE NEBLINA


Ya podéis gritar y correr, deudos de nadie,
Hombres de roja gorra, caballeros
De acompasado pantalón.

Ya podéis pisotearme, señoras
De poderoso fuelle sentimental, y en mis narices
Batir vuestros pañuelos.

Precipitaos hacia las puertas
Gesticulando, sonándoos, rodando,
Riendo.

Empujadme a la margen del rebaño,
Y dejadme solo como los guardafaros
O los náufragos.

Dejad que me convenza lentamente

Que el frío del andén bañe mis huesos
Hasta que me percate de mi muerte.

O de la paradoja de estar vivo
Cuando el alma va lejos.

Lejos, más lejos, mientras fluye el tiempo,
Y la niebla se cuela por las venas
Para volverse llanto…

Nadie me escuche, nadie me consuele.

Solo nací, solo me muero
Con su desdén que me trepana el alma,
Con sus manos cuyo recuerdo lamo,
Y sus ojos que retienen el embrujo
De la primera luna que alumbró en el mundo.

En invierno las ánimas van vestidas de niebla.

Como volutas giran en torno a los faroles
Y gimiendo cruzan la cara del desamparado.

¿De qué viejas culpas le hablaran cuando pasan?

Pero el triste sigue sin decir nada.

Un pitazo infinito ha rasgado su oído
Y una voz que fue suya parece que hablara cerca.

Marejada de anhelo, la sangre se le escapa
.y se va por nocturnos campos, hacia remotos galpones ferroviarios.

El vino torna monstruosa la risa en el burdel.
Alguien me mira, Es posible. Sólo sé
Que mis besos perdidos como jauría triste
Van rodando en la bruma tras un tren.



Hugo Goldsack: (1915-1988). Poeta y Cronista Chileno. Miembro de la Generación de 1938. Se desempeñó como director de la Revista “Zig- Zag”, fue Fundador de la Revista “Siete Días” y colaboro en los diarios: “El Mercurio”, “La Opinión”, “La hora” y “La Tercera”. Sus obras principales son: “En Torno a cierto fuego”, Ed Diógenes,(prologo e ilustraciones de Andrés Sabella) Santiago, 1949, “Pedro Prado, un clásico de América”, en colaboración con Julio Arraigada, Separata Revista Atenea, Universidad de Concepción, 1952, “Elegías de L- Thor”, Ed Francois Villon, Santiago, 1955, “Encuentro con Bolivia: Color y sorpresa de un país inesperado”, (Prologo de Joaquín Edwards Bello), Ed Taller Grafica Periodística de Chile, Santiago 1956, “De España un pelo”, (Prologo de Joaquín Edwards Bello), Ed Nascimento, Santiago 1968, “El rostro de Dios”, Suplemento Literario Revista Extra, Santiago, 1976, “Los Archivos del diablo”, (Prologo de Luís Sánchez Latorre), Ed Diógenes, Valparaíso, 1990, “Antología Poética” Ed Diógenes, Valparaíso, 1995. En 1968 recibo el Premio Hispanoamericano de Periodismo “Carlos Saptien”, y en 1972 recibió el Premio Nacional de Periodismo, Mención Crónica.


















sábado, 24 de agosto de 2013

FRANKLIN ROSEMONT


ALFABETO


Mi alfabeto comienza con una X
Y hace su camino lentamente
Desde la L hasta la Q via J
Y las ùltimas letras
De VICO.
Persiste un rato
En la E y en la Z
Luego se acerca a la Y
Golpea la alta K
Incendia los puentes desde la A hasta la D
Enrosca a la B que viene antes de la F
Excepto despuès de la H
Y se dirige sin miramientos
Sobre la U.
Toma a la T
Con la N y la G
(Como caballero para los tres obispos de la reina)
Permite a la W y a la M pasear juntos
Mano a mano con Paracelso
Y termina con la pregunta
Escrita con rojo brillante
Y un
RSVP.

Franklin Rosemont:





viernes, 23 de agosto de 2013

KONRAD ZELLER


TRANSFIGURACIÒN DEL ARTISTA

Recostado sobre la bruma
Que no cesa el deseo del martirio
Con fuertes agujadas de pequeños seres
Rechazados de la realidad forjada en vidrio.

Nos condena abrir las puertas,
Ausentes del espacio con imàgenes
Subyugadas por sueños obsoletos
Que se deslumbra sobre la mesa.

El loco rebusca en libros viejos
El camino con espejos lànguidos
Su imagen perdida en el rincòn
De una esfera sobre la mano.

Hasta lograr locuras interminables
De dibujos fragmentados
Por tijeradas del inconciente oscuro
Que hace la cabeza estallar.

Caligrama: Seres rechazados de la realidad forjada en vidrio.

Konrad Zeller:  

jueves, 22 de agosto de 2013

HERIBERTO ROCUANT


LAS SIENES (FRAGMENTO)


I
Hemos escogido la tarde,
para ir entregando sus actitudes soñolientas,
su condescendencia con la montaña
y más que todo
lo que posee para la eternidad de las nubes.
Ciertamente;
que no vamos a desamparar el color,
la defensa del olvido,
o el rastro de tus mejillas,
porque seria, evocando al corazón,
un pañuelo quimérico
dependiente de la preocupación
de aquel derroche.


II
Ninguna condición para tus besos,
sólo por lo incompleto
de un espanto marinero,
al contrario de lo inédito
resulta espacio, abandono,
recomendación a la ternura,
esquema del asueto.

Cuando el afán de lo irreparable
es como una fragancia incierta,
cuando la tiniebla hechicera
se hospeda en tu límite,
ni una luz palpa mi actitud;
tu ocurrencia es magnifica,
y lo que logra ubicar sus maneras
es una estrella que participa del cansancio.


X
Al final de tu infancia, de tu carne fabulosa,
gérmen contenido,
en la florescencia del enigma,
miembro que vive periódicamente
en un aliento mortuorio,
sobre la incitación de la angustia,
nuestros sueños,
son relexiones que se inician
en la ausencia.



Heriberto Rocuant: (1920-1943). Poeta Chileno, autor de "Las sienes", Santiago de Chile, Ediciones Campoamor, (Ilustraciones de Josè Venturelli), 1942. Editor junto al poeta Victor Castro de la Revista "Poesia", cuyo único número data del mes de enero del año 1942, y en donde colaboraron poetas como: Antonio de Undurraga, Carlos de Rokha, Luis Oyarzun, Andres Sabella, Aliro Zumelzu etc. Su obra se encuentra publicada en diversas revistas y antologias chilenas.
















miércoles, 21 de agosto de 2013

ARTHUR CRUZEIRO SEIXAS



PINTURA

Junto al mar que no existe
en Port Lligat
una gillette con pulgas.

Que cerrado y que distante
encontrando
flotando
una herida azul.

Algunas conchas aùn respiran
una flauta,
es la voz del rocio
esconde un leòn
empollando el espacio.

El ruido de la guerra
es un despertador microscòpico,
en su mar de cabecera
como un retrato.

Debajo de la hoja que te cubre
las manos generan
un animal de mùltiples patas
que conozco de vista,
mi colega de adolescencia
dibujado en la esquina,
la fran mesa desciende de las escaleras
con una señal en la axila,
mentira
Como los pescadores siempre de negro
por la playa

Era esto en agosto
y sòlo llevaba tres dìas.


Arthur Cruzeiro Seixas:

miércoles, 14 de agosto de 2013

JAVIER GÀLVEZ


MI DISTINGUIDA MELANCOLIA URINARIA  (FRAGMENTO)

Hurgada,
aliento cristales en tu cielo.
Las nalgas abiertas
acomodan un vacio exasperado.
Un cielo espeso
a punto de ser bebido.

A veces quisiera reirme.
Atrozmente. Como si fuera el ùltimo
onstante de mi vida.
Pareciera que aquèl que rie
està fuera del alcance de todo peligro,
de toda preocupaciòn,
de toda angustia.
La risa tiene el poder
de desbaratarlo todo sin romper nada.

El deseo alarga la mirada.
Tu ojo arde en hileras de muescas.
Tu ojo se desploma como una cicatriz.

El naufragio salva al ahogado.

Javier Gàlvez:

lunes, 12 de agosto de 2013

JAIME RAYO








LA HORA APARTADA


Es una planta o una rama decapitada de improviso:
Su jugo capilar se asoma luego y petrifica.
Con elástico asombro contempla los segados dominios,
Una silueta que vibra veloz,
Una víbora tarda plegando sus tentáculos,
Una cabeza herida que ya no pertenece,
Huraña, sin emoción, reproduciéndose como una mancha.
Concurrir desprevenido a la catástrofe,
Provocar el milagro protector con su pulpa alucinante,
Dividido el espacio entre seres y mareas de pánico.

Es peregrino decir que los parientes conversan
Y simulan un entreacto,
Sin inquietarles la estrepitosa incursión.
Dilapidando sus informes voces delatoras,
Lejos del mudo apercibimiento que el encanto cubre.
La noción desamparada camina a golpes de martillo,
Sortea frágiles escollos indiferente al alarido.
Empañándose de gentes agrupadas, individuos voraces,
Suponed el paisaje cuando sube de tono
Y el lamento nos brinda su zumbido de abeja.

Es la sordina del carruaje, cuando arranca del hogar
Un vestido de nácar, una mirada tibia, estupefacta,
Unos pies pequeños trocados en porcelana.
Hincar torpe la vista en la penumbra,
Afilando sus garfios para clavarla mejor.

Registrar, tiritando, hasta las últimas aristas,
Cómplices espontáneos del accidente.
Sentir blanda la soga, grávida de caricias.
Después, corriendo huir
Alborotado como un niño que se pierde en los patios.




NARCISO


Un soberbio mapa de sangre, el límite preciso,
Expía sus pecados y os deja siempre esperando el desenlace.
No busca días perfectos, la causa ni el sino de la espera.
Empapado en aguas de paraíso, los años le lamen
Sus simplezas de experto y esa aureola casual tan peligrosa.

Una raíz cortada es centro de atracción y aun mejora vidas.

Frente a este altar de espanto
Viven y mueren los hombres poseídos.
A aquellos, su infortunio, su pasajera exactitud les conmueve.
Recientes pasiones, desconocidos deseos alrededor les asaltan.
A menudo interviene la crueldad y el hastío.
¡No hagáis surgir tantas mentiras! ¡No le mortifiquéis!
Tal vez le hallemos en el silencio reparador
O entre dos luces.
Escondido en su castidad como un libro o una mano ciega.

Algo o nada puede dulcificar esta huida presente.
Las palabras mueren al llegar al punto de partida.
Una sola lágrima contamina y destruye sus sagrados impulsos.
Aun corre detrás una amenaza inverosímil
Cuando está allí su imagen
Suspendida entre las épocas.




LA MUERTE Y LA DONCELLA


La incipiente hechicera hoy abrevia sus paces.
Pared a pared compruebo su inminencia de perfil destrozado:
Aquella faz que no se finge volcando sus esencias,
Su minúsculo enjambre de dulces musarañas.
Hacia una especie quemante de trino y arrebol.
Leve y rudo persigo los innúmeros fines con severo disfraz.
El hospedaje rojo del espectro sean las venas abruptas,
Y el poco sueño que alberga su escuálido retiro
En una estancia proscrita largos años yace.

Cierto como el alba estancada violenta su destino,
Piedra e imán, el cuerpo evaporado, la huella negativa y veraz.
Enamorada del pánico desde el comienzo de los días,
Cuando la vida inválida crea otra vez sus brazos
Todos los secretos animales y los nocturnos maleficios
Fluyen de ese naciente abrevadero.
Así realiza el plazo convenido, la abstracta misión,
Sin que las lagrimas le dañen, sacrificada en su sorpresa.
Seguro de este bien, ya no lo considero fugitivo.

La más pulida superficie de ese aire de fiesta o bacanal.
Los miembros blancos orgullosamente colocados,
Apéndices corporales de increíble, sabia proporción,
Trozos de carne y órganos bien definidos
Que un breve éxtasis inicial como una aureola guarnece.
No pausas ni calmas dentro del ruido,
Ni monstruosos reflejos obscureciendo el exterior:
Solo una espalda tranquila y la promesa de su auxilio
Buscándola a ciegas con una tenacidad taciturna y opaca.

Entonces el dibujo y la tinta se tornan subalternos:
El cielo, el viento, el sol opalescente pueden herir sus fibras,
Avanzando un dedo fino de claror para alumbrar escombros.
Ella, menuda e inexpugnable, ignora los efectos
-Inclinada tan ingenua sobre las cicatrices de mi rostro,
Al borde de su mímica de esfinge-,
El sobrehumano delirio, la mueca surgida de súbito y de veras,
Sin poder ya borrar los detalles internos de su estupor,
Esclavo, atado para siempre a su pleno sudario.



Jaime Rayo:






domingo, 11 de agosto de 2013

HECTOR HERNÀNDEZ MONTECINOS


  



LA BARBERIA BAQUEDANA



1

La Barbería Baquedana
un lugar asfáltico plagado con sus
ojos ventanas ciudadanas
El viento centrípeto ondulando los trajes
Vestidos
la tijera que juzga sobre las cabezas
Unisex pistola-revólver para someterla
a la Calle de piernas grisáceas
abiertas
Lista para ser ultrajada
por la alegría de niños sin sentido


2


La noche trepa escalas nativas
para provocar un eclipse de alquimias falaces
Para el viaje
las verdades están ocultas bajo el semen de héroes cementos
Profanar al ancestro con la urgencia inmediata


AÚN TENEMOS POESÍA CIUDADANOS


5


En el parque de los autores
jugamos con el poema específico
ese espécimen de la lengua
que oscila entre nuestros disfraces
como torta azucarada de cumpleaños sin visitas
las serpentinas son hilos de plata
que la amarran mientras cae. Golpe.
Nos divertimos con odio de las máquinas que escriben papel
Buscamos espejos para horrorizarnos
y están escritos:
No queremos permanencia


9

La última estación:
La fría casa de las musas muertas
para este infierno sólo tenemos velas
No es necesario el ornamento para el arte alado
Las calles anémonas sedientas de su bilis tierna
nos exige resistir las páginas en blanco
por imágenes móviles que gimen de alegría
de hermanos dióscuros amantes.

La censura institucional no es el fin para nuestro viaje.

UNIDOS EN LA GLORIA Y EN LA MUERTE


Hector Hernàndez Montecinos: (   ). Poeta Chileno.  

viernes, 9 de agosto de 2013

JORGE PIEIRO


EL RAPTO

( y del hombre, la inconsciencia...)

Hubieron pisadas en la escalera. Un ruido sonò en la madera forzada por los pasos.
El cuarto aprehensivo, silencio.
Oscuro. La persona fijò la atenciòn, apretando las manos humedecidas.
Uno...dos...tres... pasos. El hombre tocò un gato,
echò la mano a un revolver. Una mujer se mecia.
Cuatro...cinco....Contando desde el inicio, esperan que se abrta la puerta arriba de la escalera.
Sidor, respiraciòn jadeante. El pèndulo del reloj oscilò 360 veces. Nada sucediò. Los dos, en lo oscuro,
esperando. Aparece una sombra....y esperan mucho. El reloj domò al tiempo.
Galos obedeceràn. La debil luz se escapò. La mano del hombre agarra firme el arma adormecida. La otra agarra la mano de la mujer, rezando en soluciones...claridad finalmente.

Los ojos de mucho tiempo se arrastran en direcciòn de la bella escalera. La puerta estaba trancada.
El portòn tambièn. Se vio un vuelo de canario y palitos destruidos. Penas amarillas sobre las gradas.
Aprehensivo, pasò por el portòn, se aproximò a la ventana. Nada. Sin entender un ruido se denunciò como eco en la escalera. Un hombre descendiò. Desconfiado. Abriò la puerta de la calle para...
....andar en trance, los ojos cristalizados por el hospital, de tanto explicarle a la mujer, que fue atropellado por pàjaros enormes, cargando un canarito sin pena.

                                                                                     (y del hombre lo extraño...)

Jorge Pieiro:

jueves, 1 de agosto de 2013

BORIS CALDERÒN






 
 





ESTIO EN LA MATERIA



"La luz está rota bajo mi piel"




A su sombra,

bajo el leprosario de los astros,

me has esperado siempre,

desde que eres cruz de ébano.


Desorbitado de fantasmas

vago por túneles de cristal.

Te busco,

para disolverme en tí como la música del vicio.

Quiero encontrarte gimiendo,

antes que precipites el alba

en la oquedad de mis fauces.


¿Dudas todavia ser flor de los abismos?

Aún pienso

que seguirás siendo de ébano,

como cuando un dios convulso aulló:

!Hágase la luz!

Debes ignorar que tras el horizonte hay una catástrofe

de columnas y planetas enloquecidos,

y que aún dista la selva de nelumbios.


Toca tus ojos con el vanadio de mis alas negras

y verás revolcarse la tragedia del opio.

En el ocaso, a sus pies, enterraremos la belleza.

Estaremos agónicos

cuando el amor se convierta en oración de sangre.

Bramarán los sonámbulos al sol

y el vocerío emocionado

se arrastrará como el silbido de los monstruos,

buscando los rincones para herir nuestros oídos.

En los vértices de las ventanas,

ojos oblicuos nos acechan.

Mirame amada; estoy torturado

Recogerás, entonces,

tus ojos desnudos de la tierra

y me iré disolviendo de rodillas.


Llegarán a tus pies mis chacales ateridos.

Tu diras: que siempre estuve triste

y se harán polvo venerándote.

Amo la noche, amada,

desde entonces

amo sus montañas de ónice

donde se despeñan como petalos,

los astros extraviados.

Amo la agonía de tus ojos,

desde siempre,

amo sus colinas de algas

donde se despeñan como astros mis miradas.

Hacia la altura de mis huesos

llega reptando tu presencia.

Flotan cavidades en el eco de sus huellas

que derraman mis cabellos de vidrio,

hacia el cráter del tiempo,

El espacio tiembla de coágulos vegetales

cada noche.






Hacia el precipicio

donde se congestiona el cieno,

voy con la manada de alacranes

vomitando sangre y perlas.

Se suicidan las palomas,

cuando los espectros danzan

en la piedra de los alaridos.

La selva ha sido invadida

por la música que fluye de las charcas.

Hay mariposas seduciendo salamandras

bajo las estrellas de jaspe.

Sobre las copas, un atlante tuberculoso

sostiene en sus hombros de mármol

el peso de su desgracia.

Desde los muslos de una ramera pálida

acecho tus pisadas

Tengo un cuchillo de cristal entre los labios

y un vaso de arcilla se deshace

en los huesos de mi mano.

Cuando pases la posada del pecado

te partiré el vientre

y beberé el vino de tus enfermedades.

Diosa de infierno,

cuando me besas

me llenas la boca de tarántulas,

pero sigo amando el mirto triste de tus senos.


Como un árbol en la tempestad estoy poseído


por el hambre de los amantes ciegos.

Predicaré tu nombre por los suburbios.

!Aullaré en la sombra, virgen envilecida!

!Gritare que vives, estrella de lodo!

!Que vives flor de las tinieblas!

No quiero que el alba profane tu vicio.

El sol no contagiará tu miseria.

Embriágame con tus besos de serpiente.

!Oh! el espanto de la luz.

Lameré tus huesos para que despiertes.

!Silencio! Cobíjame de la aurora.

con sus fauces llameantes.


¡Protégeme!

Gimiendo con mis voces rotas

te pido, sacerdotisa de amor,

que salgas desnuda de tu cubil de ágata.

Ven a bañar tus carnes

en mis aguas impuras.

Eres paloma en tu sangre, loba mia.

!Déjame! Llegó la luz.

El día se cierne tenebrosamente sobre los lenocinios.

Se ha revelado el secreto.






Aquella noche

no eras la misma, de las alas verdes.

Tu pobredumbre tocaba el fondo de mis ojos

envolviéndome en círculos letales

Descarnadas aves volaban junto a mí.

La inexperta, la negra, me invitaba al festín,

tocando mis hombros con sus alas de topacio.

!Oh! !Su piel de vidrio

caminando sobre los huesos vacíos!

Yo estaba deshecho;

una piedra azul en mi garganta

la frente cubierta de ceniza,

transfigurado por la huida.

!Cómo despertar! !Oh dioses de espanto!

!Cómo despertar!

Una luna de asfalto caía a pedazos

sobre los flancos viscosos.

Me atisbaba

a través de los ojos del monstruo.

Mis huellas se hundían

al fondo de los planetas.

!Huye! !Huye! ululaba riendo.

La soledad empequeñece el espacio.

Vamos al hermoso patibulo

asediado de orquídeas.

Tendrás una muralla para tus ojos

y un pantano para que goces con tu amada

Os daré dos arañas para vuestros dedos.

Eres el elegido, sígueme, sígueme.
Tardamos, lobo triste,

mañana es el gran festín.

!Oh! lobo lejano, sígueme,
que la novia espera, con su sexo de tumba.




Boris Calderón: (1934-1962). Poeta Chileno Autor de: "Estio en la materia", Santiago de Chile, (Prologo de Victor Lohental), Imprenta Alfa, 1954", "El libro de los adioses, Santiago de Chile, (Prologo de Pablo de Rokha e ilustraciones de Luko De Rokha), Ediciones Copa de sangre 1956", y "Canciones para una niña que se llama Francisca", Autoedición 1959, "Boris Calderón, Antologia", (a cargo de Fernando Sanhueza), Ediciones Sech, Region Maipo, 2000.Su obra ha sido incluida en diversas antologias chilenas.