miércoles, 23 de enero de 2013

STELLA DIAZ VARIN



 


EXCECRACIÓN DE LA MATERIA

Crujiente, errante en medio del camino,
con la cruz abatida de mis brazos
caídos del altar de mi costado.
Sola y herida en medio del camino,
como un roble azotado por la tormenta,
sin la primera posesión del agua,
sin el último beso de la espera.

Sola, como en el páramo,
con la quietud de quien nada desea,
sin la inquietud de tu primer quejido,
viendo de las entrañas de los cardos
salir palomas, penetrar distancias;
viendo la cabalgata silenciosa,
fantasmal de las garzas emigrantes.

Como se desperezan mis serpientes,
Ay, mi selva interior, cómo me llama.

Quiero, aúnque herida y azotada y breve,
un descanso de flores en la cripta
sin el último hedor de una osamenta
y con la fuente abierta del espíritu.

Basta de la materia sin estirpe
que el ídolo de oro, siempre es barro.
Nunca produjo en mi, llanto de histeria
Profundo anhelo ni emoción profunda.
Quiero quedarme así, como fui siempre,
con el delirio de alcanzar la Hostia,
sin la profundidad de mis cavernas
por lo tanto, sin ruidos y sin voces.

Sin la profanación de tu mirada.
que horada vientres desde la distancia
¿Es que tiene sus límites la idea
y el ansia puede conquistar el ansia?

Quiero dejarme estar, aunque me azote
la tempestad de tus orgías, cuántas,
ya no recuerdo cuántas veces fuiste
el despreciado espectro del deseo
en mi sueño, en mis ojos, en mis manos.

Ahora, ya no temo,
tengo de bronce puro mis colinas, y el alma,
con su túnel de misterios donde podría cobijarse tanto
se me ha ido esta noche, al presentirte.

Por último, la roca ¿ no es feliz
en su engranaje solitario y verde,
no la acarician las espumas pálidas
con su lengua infernal de sal y hierro?
Y ella, ¿no está llorando sabias lagrimas?
¿alguien la ha visto darse a las espumas?
Nadie.

DEL PECADO Y SU SIMBOLO

Amor,
Yo he mancillado las entrañas del árbol.
Las golondrinas volaron del alero
hacia extraños veranos.
Amor,
no repitas la plegaria del árbol
ni me digas amante.

El silencio del agua, desde el límite
de tu absurda presencia,
desparramó la ausencia de mis huecas palabras.

Maldigo entre las sombras, el espejo
que copia de mi boca su mueca descarnada,
y el polvo de mis huesos se mece en tus trigales
y de insomnio, ríe el alma.

Si he mancillado el árbol en su efigie
y bebo del licor de la amapola en su cráneo de mieles
si he hundido mi violento meditar inaudito
en el cielo de brumas que me cubre las sienes
si el huerto se estremece de mi propio cadáver
si el fuego me circunda,
si he bebido el venero de mi celeste arteria
¿Qué podría ofrecerte?

Después que fui contigo al Apocalipsis,.
se trastocó de hieles mi copa rebosante,
y después el andar, y el andar y después.
la muerte con su muerte…

No. Ya no podría serte.
¿No ves que la muralla, y el abismo y la hoguera
me separan del alma?

Amor, no repitas la plegaria del árbol
que me quema los ojos una lagrima tuya
y he de vencer la absurda fortaleza del llanto.

Amor,
no repitas la plegaria del árbol
ni me digas amante.

SOMNOLENCIA INAUDITA

Yo digo
La llaga del tiempo es profunda
que cada apertura de las horas
en que suena el derrumbe de los cálices
es desolación para el espíritu.

Mas, no interpretes a tu sexo
como el desentenderse de la imagen.
no pretendas buscarme en la redoma de mi sed interior;
has de saber que el sacrificio de mi mundo triangular,
motivó la ira de los hombres
más, los dioses bendijeron mi osadía.

Ya lo sé que pulsaba mi lira en tus rodillas
y ardi de soles en tu boca
y no fui feliz.
En la estructura gris de tus milenios.
no existio la remota eucaristia.
ni en el soberbio impulso de tu mano
racicaba mi dicha.

Anduve y fui a mis reinos interiores
para verificar mi pensamiento.
Mi planta, en el sarmiento y en la roca,
y en el pezón obscuro de la sombra
fué dormido,
y tú, ibas tras de mi siguiéndome
y yo oia desde mi que me llamabas,
y sentia el cantar de las espigas en el campo de sol,
meciendo pájaros.
Más, tú ibas con tus lobos tras mi huella
mordiéndome en las sienes tus deseos
torvos, en el espasmo de tu sangre.

¿Sabes cuánto duró mi marcha al caos?
Hasta el dominio de mis madreselvas.

Mis pies de bailarina
de tanto torturarse no sangraban,
y una visión de la región del sueño
envolvia mis tules amarillos.

¡Como deben dolerme las ojeras en la vigilia azul!
Tanto quedarme a solas me hace daño
tanto sentirme mia ya no siento.
Suma benevolencia de los cielos
el poder empaparme de rocío,
suave puñal de sabio sacrificio,
lacerante estilete de mi agonía presunta.

Cómo deseo, hermano,
Tu estadía en mi hora suprema,
la joya zodiacal de tu mirada
sobre la tierra blanca de mi seno,
como deseo el tacto de tu palma
cuando resuene el derrumbe de mi cáliz.

De la sonora eternidad del niquela,
llega la vibración de mi silencio;
yo estoy conmigo
y me recuesto en ella.




Stella Díaz Varin: (1926-2006). Poeta Chilena. Autora de: “Razón de mi ser”, Morales Ramos, Editor, Santiago de Chile, 1949, “Sinfonía del hombre fósil y otros poemas”, Eds Salamandra, Santiago de Chile, 1953, “Tiempo, medida imaginaria”, Ediciones Atacama, Santiago de Chile, 1969, “Los dones previsibles”, (prologo de Enrique Lihn) Ed Cuarto propio, Santiago de Chile, 1992, “Poesía” Ed Arte y Cultura, La habana, Cuba, 1994 “(Con) vivientes en la palabra”, Ediciones la Garza morena, Santiago de Chile, 2002, "Obra Reunida", (prologo de Cristian Gomez O), Editorial Cuarto Propio, Santiago de Chile, 2011. Su obra se encuentra publicada en diversas antologías chilenas. Fue colaboradora de la Revista "Derrame"













SERGIO LIMA




LA SALA DEL ENCUENTRO


la sala de las encrucijadas de los perfumes perversos
como tus manos entrelazadas muriendo de amor
la sala donde nuestros ojos se encontraron para siempre
y un salón en la penumbra del atardecer
donde aparecen sentadas ocho mujeres
en sus caderas majestuosas
apoyándose en sus piernas dobladas
de mil maneras como las volutas del té
cubiertas de satines y sedas y nylons oscuros
velludas grupas equidistantes
sosegadas
la parte superior de sus cuerpos, sus pechos
sus brazos, sus cabezas, sus dorsos
invisibles por completo
como si una fina niebla los diluyese
desde el techo de candelabros
se ven entonces tan sólo las dobles redondeces
y sus sayas abiertas a nivel de la cintura
desechas ante la violenta ventisca
y congeladas por la visión fotográfica
de una mano blanca
lisa y larga
contraída a modo de amuleto
cubierta por plateados medallones de quimbanda
colgadas en la pared
el papel de sangre de buey anochecido
que te cubre
explica que
el rayo se asemeje al escalofrío
en las sedosas pieles albas
y que la lectura
sea igual al dorso arqueado
de la joven mojada por el mar
presa de los pliegues del bañador beige amarillento que la escinde
que fluye como las aguas en olas besándose de rodillas
cuya cabeza es un libro bermejo
abierto en la tarde.

EL TOTEM DE TU ALMA
 
El gran oso hormiguero como el delta de tus venas en mi imagen
balancea lentamente su larga cabeza de fiera marrón y negra
y su larga lengua azul marino
se inscribe entre los arabescos delirantes
del libro de las horas de deliciosa tortura
de los rostros de mi amada
perdida para siempre en tu propia redondez
en el nicho sagrado de tu clítoris
desplegado en el éxtasis
de tu frente tachonada por las lentejuelas de mi traje
y por tus senos desabrochados
en dos ríos de leche y sangre
que te embargan con el aroma
de una pierna de encantadora
ungida en óleos hasta el muslo lustrosa y blanca
única
en pie
amorosamente única en la hoguera de la noche de los cuerpos ausentes
donde el animal mágico y lascivo dibuja
en el aire perfumado por su cabellera desatada
una negra risa
*
Ave del paraíso que sueña el infierno austral gallo de la sierra
errante en el recuerdo de la mujer que retorna ahora trastornando lo profundo del querer
y moldea la leyenda memoriosa del ámbar
y ya es toda un solo bouquet de pétalos de jazmín
bella como la inmensidad de la mansedumbre
el himen de la voluptuosidad
que te frunce la boca y centellea en los ojos verdosos
lisonjeada por los acres aromas de las magnolias en esa abierta melodía
apasionada en curvos y dulces tallos en la salvaje blancura de jazmines y camelias
la escena en cuadros vivos de ademanes lánguidos harem de oscuros sexos
inefable como un abanico de fuegos ardientes
que transporta tu convulsiva hermosura al punto mismo de la exhuberancia
entreabriéndose lentamente a manera de opulenta suntuosa ofrenda en la copa
o arco de tu grupa los cuadros carnales de la lujuria las múltiples horquillas sensuales
los vellos de las axilas lo terso y cálido de las ingles el declive de las costillas que te exponen
o muestran a la luz de la fascinación
inclinada toda de senos pendientes
constelándote en el asombro rotundo de tus flancos
el fino pliegue de la cintura lacrado de esplendor
y el amplio estrecho que separa en dos mundos las nalgas blancas y voluminosas
quimera imposible que te parte a la mitad

(traducciòn de Carlos Bedoya) 

Sergio Lima: ( Brasil, 1939). Poeta Surrealista, Ensayista, Artista plástico, Cineasta y Profesor Universitario, Doctor en Letras y traductor de Benjamin Peret. Fundador del Grupo Surrealista de Sao Paulo. Algunos de sus libros publicados: "A planicie verde", (Cuento-poema, 1960); "Amore", Poesía y narrativa, 1963; "A festa", (deitada), Sao Paulo, Editora Quirón, 1976; "A Alta licenciosidade", (Antología Poética, 1985);" Aluviao Rei" &y etc Editores, Lisboa, 1992 y "A Aventura Surrealista" (1995). Algunos de sus libros de ensayo: "Cinema Japonés" (1959); "O corpo significa" (1976) y "Collage" (1984). Fue incluido en la antología Surrealismo y Novo Mundo, donde se incluyen destacados creadores surrealistas de varias generaciones, países y lenguas diversas. Participó en la XIII Exposición Internacional del Surrealismo (Sao Paulo, 1967). Es miembro de la Unión Brasilera de Escritores. Fue colaborador de la Revista "Derrame", y editor de la Revista "Phala", y "Quimera que passa", publicaciòn actual del Grupo Surrealista de Sao Paulo.
 Ha expuesto su obra plástica en Brasil, Argentina, Canadá, Francia y Portugal, entre otros países.

























sábado, 19 de enero de 2013

ALEJANDRO PUGA






ENCALLADO EN EL FIN DE NUESTRO MUNDO


Para la noche fuegos de artificio
¿Será el coleccionista de naufragios?
Claro el invierno ya no existe así es muy fácil...
 
Pero cómo posar las manos en una piedra
Sin que desespere la naturaleza entera
Tal vez en mi celo resida el secreto del mecanismo dialéctico
Con el que se vale la primavera
Cómo dilucidar el tacto femenino de las espesuras
Que circundan cada una de sus respuestas
Usted es una mujer que ha sabido disponer hasta del más
...suave de mis latidos
Por ello no creo que le sea arduo el convertirme
En un prestidigitador del deseo
Amaría culminar con mis preparativos cuando salga la luna
Se reducirían a un sencillo homenaje a la luz
Creo profundamente que es sólo por usted posible
LA FUNDICION DE LOS CONTRARIOS
Pero venga mire qué hermosa noche hace en mi amor
Su lengua recogerá con provocación las palabras
Que no me he animado a decirle
Si apuramos el paso
 
Aquí los acentos que la ambigüedad del mal tiempo cubre con ramas de.sauce deben desaparecer de mi indecisión
Acabemos de una vez con ese manierismo de corazón que tanto nos ha.alejado de la marea verdadera
La que regresa con la misma plenitud
Aunque usted no piense en mis distancias
Permítame velar el artificio poético
Arrimarlo
A la legítima
Espuma




Y SIEMPRE EL MAR


Con sus espectros de sal infinita
Ahuyentando lo que queda de brillo en el muelle
Con su hondura de caracola a la deriva
No es verdad que sean desperdicios lo que arroja a la costa
¿Podemos llamar de ese modo a los maderos sostén de los
..náufragos a los sedimentos marinos que los poetas
..surrealistas disfrutan haciendo de ellos el instrumento de
..lucidez necesaria para creer en la palabra?
¿Podemos llamar de ese modo a la tajada de velamen que ha hecho posible la dirección en las tormentas?
Insisto en que es inevitable un estricto sentido moral
Para con los objetos
En el que las pasiones no sean incompatibles con el trino
...rosado
Siempre sugerido por el amor carnal
De qué libertad me hablan los anuncios fantasmas del
...periódico
Cuya retórica asustaría de ser posible al más valiente de los
..pájaros
 
Planteo un ritmo más pausado
Para valerse con ternura de la brisa
Una caricia más honda en su cabellera indefensa
Antes de hundir la lengua
En el reino preferido que no brinda oscuridad
A nuestros ojos porque no la merecen
Excluir a la naturaleza siempre es indigno para el soñador
 
Divisada por mi pluma a través de su no
La noche
Se maquilla
De espaldas al espejo que forma usted con sus caricias
Ella porta un delantal de bellísimos relámpagos
Plegado en la cintura convirtiendo en abanico
El nacimiento de sus muslos
Un portaligas color fresa y sus cabellos están sujetos

Del libro: "Pararrayos"

Alejandro Puga: (Buenos Aires 1957). Poeta, pintor y collagista surrealista argentino. Autor de: "Pararrayos"(ilustraciòn de Mirta Ignacio), Ediciòn del autor, Buenos Aires, 1986, "Apunte de eternidad", Ediciòn del autor, Buenos Aires, 1988, "La inspiraciòn del universo", (ilustraciones de Kirin), Ediciòn del autor, Buenos Aires, 1992, "Arcanos Mayores", Editorial Galeria Sur, Punta del este, Uruguay, 1999. Ha sido colaborador de la Revista "Derrame" y de la Revista "Labios Menores".
Su obra ha sido publicada en revistas de: Argentina, España, Suecia, y EEUU.
Mantiene ineditas entre otras las sgtes obras: Obra poetica completa, tomo I "La estela esencial", que incluye numerosos collages inèditos, "Las estrellas que se tocan", dibujos, "Hada vagada la mirada" (con dibujos de Aldo Alcota).      



JUAN CERDA ZUÑIGA



 


VIENTRE DEL VIENTO

Busco la raíz oculta en tu vientre
el silencio, tu escarcha, el asombro
es extraño volver a la matriz
al costado a sangrar como todos sin llorar
y a dormir y hacerse llovizna
en el vientre del viento.


 LUNA DESCALZA

Tu idioma abrió los ojos del agua
soy el invierno
sé donde duermen tus cartas.

Eres sombra
juntando discos en un closet
esperando el polvo, las arañas.

Soy el personaje oculto
que ves morir a mediodía
que fuma cigarros sueltos
y busca en los cajones rastros de luz

Y volveré a mi casa a oír la radio
a imaginar que estoy vivo
mientras el té se enfría
esperando que el teléfono
escape con su campanilla
para quemar el vacío
y olvidar este miedo
cuando te vistes de sombra.



ANUNCIO DEL VIENTRE

Déjame volar en estos cristales
soy la memoria de la niebla
abrázame, ya vienen a buscarme
voy a nacer, espérame
adiós a tu vientre.
He empezado a soñar.



Juan Cerda Zuñiga: (Santiago de Chile, 1964). Poeta Chileno. Ha participado en diversos talleres de poesía como: “Isla Negra”, dirigido por Edmundo Herrera, el Taller de "Poesía Joven", dirigido por Alicia Salinas y el Taller “Pedro Araucario”, dirigido por Amante Eledin Parraguez. Su obra ha sido publicada en revistas como: Dementes, El Tablón, Caliope, Piedrazo, Derrame y Caballo de fuego y en las antologías: “Pájaros en la Isla”, (Selección de Edmundo Herrera) 1986, “Antología de poetas de Peñalolen”, (selección de Marisol Wexman), 2000 y “Sitio Público”, Mago Editores, 2005. Ha participado en las agrupaciones “El Barracon” y “La Ballena” Como así mismo es miembro de la Sociedad de Escritores de Peñalolen y del grupo cultural “Desbordes”, dirigido por el pintor y poeta Carlos Delgado Paez y ha desarrollado además una activa participación en Radio “Encuentro” de Peñalolen donde ha conducido y producido los programas: “Desde las alturas” y “Abriendo Horizontes”. En 2003 publica su libro “Luz de Higuera” (prólogos de Edmundo Herrera, Renato Yrárrazaval y Amante Eledin Parraguez). Actualmente dirige el taller literario "Pablo De Rokha" de la Cosam de Ñuñoa.





JEAN LOUIS BEDOUIN

 


EL LECHO DEL VIENTO

El puente se alarga desmesuradamente
En el cenit en el aire de lino fresco
La ciudad ascendía girando hacia mí
Con sus arterias recorridas por los grandes barcos.

Desciende ahora hacia el horizonte
Donde alguien desaparece
Quizás la viajera
Su fuga deja sobre el vidrio deslustrado
Solo la lluvia de violetas negras

De pronto el trineo se abalanza en medio de los bailarines
La noche se abre
Sobre las terrazas nacaradas de los personajes
Altos inmóviles vestidos de niebla azul
Dirigen la recolección cuyo derecho acaba por fin de ser
reconocido
Sin límites el deseo se recrea
Desde los frutos de la tierra hasta los frutos de las olas
Hasta los maravillosos frutos de la carne
En un vergel hecho con todas las plumas del pájaro lira
Un seno una estrella en una mano de hombre

Las parejas se reflejan una en otra
Formando una galería de fuego
Que desemboca muy lejos en campo raso.

Jean Louis Bedouin: 

JIMMY WATT

EL CONJURO DEL ARTISTA

Durante toda la pasada noche
(en que los santos descamaron y desollaron corderos)
Abrì, codo y pecho a tierra,
Un estrecho canal de agua dulce
Pero un vòmito de mar
Se regurgitò desde las sienes patriarcales.

Mañana por la mañana
El lodo se harà piedra.

Quien estè libre de pecado
Que coja y coma de mi semilla
¡Y en el acto!
Convertido en la fisura del espejo de la creaciòn.
En el desvelo de los monarcas.
En el motivo para el desquicio
Para amar
Y ser postergado.
En un hermano.
En un hijo.


Jimmy Watt Abarca: (Santoago de Chile,1975). Poeta y pintor chileno. Fue colaborador de la Revista "Derrame". Ha participado en numerosas exposiciones colectivas.

viernes, 18 de enero de 2013

EDOUARD JAGUER


 

HELECHOS ARBORESCENTES

Por lo màs hondo de los ojos azules pasa el galgo del
azar

Por lo màs hondo de los ojos negros pasa el tigre del
hastio
Por lo màs hondo de los ojos blancos se arrastra el pinzòn
de la angustia

el galgo del azar habita en el heno fresco
el tigre del hastìo en el trigo verde
el pinzòn de la angustia en las constelaciones de yeso

el heno fresco chirria en verano
el trigo verde se separa en otoño
las constelaciones de yeso desaparecen en verano

un invierno para matar a los niños
un otoño para liquidar a los padres
un verano para liquidar a los sobrevivientes.


LA NOCHE ESTÀ HECHA PARA ABRIR LAS PUERTAS

Y cuando las puertas se cierran con estrèpito en lo alto
de las colinas falsificadas
mis labios se desgarran
y se le quedan en las manos
entonces ella se levanta
con un contorneo de ave marina que despliega las alas
y espera
ella espera horas enteras, y estaciones enteras
y eras geòlogicas
hasta la apariciòn de los desconcertantes cùmulos de piedra
arrojados por los lastres reventados
del màs torrentoso tren del mundo
tren del mundo
tren del mundo
tren de donde màs allà la piel y el espìritu, la sangre
tren livido
entonces esa vestimenta
que es un animal elàstico de sangre hirviente
que se estira de un àrbol a otro dàndose aires
de campanario
llameante
entonces esa vestimenta llameante de flores trepadoras
en el flanco del
monstruo volcànico
entonces arranco a puñados las tablas del parquet
para unirme a los reyes negros que alli se hacen la guerra.




Édouard Jaguer: (París, 8 de agosto 1924-París 9 de mayo de 2006). Poeta y critico de arte francés. Descubre simultáneamente el surrealismo y la pintura no figurativa en 1937. Realiza sus primeros dibujos y escribe sus primeros poemas al principio de 1939. En 1943, reúne el grupo surrealista de "La Main à Plume". Después de 1945, es uno de los primeros en incitar a los pintores de la abstracción lírica entonces a sus principios, trabando amistad con Atlan, Bryen, Jorn, K.O. Gotz, Alivia y otros, antes de hacerse, en la misma perspectiva experimental, redactor francés de la revista Cobra (1948-1951) y cofundador de Rixes (1949-1951). Participa en las actividades del Movimiento Surrealista Internacional a partir de 1959 y contribuye a la organización de varias de sus exposiciones importantes. En 1952, con su mujer la pontora surrealista Anne Éthuin y algunos amigos, funda la revista Phases, alrededor de la cual se constituye el movimiento del mismo nombre, de la cual la actividad se prosigue siempre, siendo organizador de mas de cien exposiciones colectivas en una veintena de países. Colaboro en las revistas: "Salamander" y "Dunganon" (Suecia), "Il Gesto" y "Documento-Sud" (Italia), "Edda"  (Bélgica), "Scarabeus" y  "La tortue-lièvre", (Canadá), "Boa" (Argentina), "Élémental" et "Ellébore" (Francia), "Derrame" (Chile). Fue desde principios de 1996 colaborador de la revista "Infosurr", realizando reseñas sobre libros, revistas y exposiciones que dieran cuenta de la actualidad del surrealismo en el mundo. Es autor de: "La Poutre creuse", (1950), "La Nuit est faite pour ouvrir les portes", (1955), "Le Mur derrière le mur", (1958), "Regards obliques sur une histoire parallèle", (1977), "Les Mystères de la chambre noire", (Flammarion, 1983) surrealist photography, "Das Surrealistiche gedichte", (Alemania 1985) - poetry anthology, "Le Surréalisme face à la littérature", (Le Temps qu’il fait, Cognac, 1989), "L’Excès dans la mesure", (1995), "Cobra au cœur du XXe siècle". (Galilée, Paris 1997), "L’Envers de la panoplie", (Syllepse, "Libre espace", 2000), Monographies on Alechinsky, Baj, Cornell, Freddie, Gallizioli, Gironella, Jom, Lacomblez, Margonari, Perahim, Oelze, Pozzati, Remedios Varo and Revilla.













































JACQUES RIGAUT

MIS SUICIDIOS
La primera vez que me maté lo hice para aturdir a mi querida. Esta virtuosa criatura se había negado bruscamente, cediendo al remordimiento -según decía-, a acostarse conmigo, a engañar a su amante, su jefe de oficina. No sé muy bien si yo la amaba; sospecho que quince días de separación habrían disminuido de manera notable la necesidad que de ella sentía. Pero su rechazo me exasperó. ¿Cómo atraparla? ¿Ya he dicho que ella sentía por mí una profunda y duradera ternura? Me maté para aturdir a mi querida. Perdóneseme este suicidio en consideración a mi extremada juventud por la época de semejante aventura. 
La segunda vez que me maté lo hice por pereza. Pobre, con un horror prematuro por toda ocupación, un día me maté sin convicción alguna, tal como había vivido. No fue una muerte demasiado rigurosa, a juzgar por la floreciente catadura que hoy tengo. 
La tercera vez... Voy a eximirlos del relato de mis otros suicidios, siempre que consientan ustedes en escuchar éste: acababa de acostarme, después de una velada en la que mi hastío no había sido, ciertamente, más asediante que las demás noches, y tomé la decisión y, al mismo tiempo -lo recuerdo con precisión absoluta-, articulé la única razón para hacerlo. Y ahí mismo, ¡zas!, me levanté y fuí en busca de la única arma que había en la casa, un pequeño revolver adquirido por uno de mis abuelos y cargado con balas igualmente viejas (en seguida veremos por qué insisto en este detalle). Acostado desnudo en mi cama, desnudo me hallaba en mi habitación. Hacía frío. Me apresuré en sumergirme bajo las mantas. Había armado el gatillo y sentí el frío del acero en mi boca. Parece verosímil que en aquel momento había sentido latir mi corazón, tal como lo sentía al oír el silbido de un obús antes de estallar, como en presencia de lo irreparable aún no consumado. Oprimí el disparador, el percutor cayó, pero el balazo no se produjo. Entonces deposité el arma en una mesita, probablemente riéndome con alguna nerviosidad. Diez minutos más tarde, dormía. Creo que acabo de hacer una observación algo importante, tanto que ¡naturalmente! Va de suyo que ni por un instante pensé en un segundo disparo. Lo que interesaba era haber adoptado la decisión de morir, no que yo muriera.
El tedio y un hombre al que no se le escatiman tedios encuentran quizá en el suicidio la consumación del más desinteresado gesto, ¡siempre que no sienta curiosidad por la muerte! No sé en absoluto cuándo ni cómo he podido llegar a pensar así, lo cual, por lo demás, no me fastidia. Pero he ahí, sin embargo, el acto más absurdo, y la fantasía en su fuente, y la desenvoltura más lejana que el sueño, y el más puro compromiso.

Jacques Rigaut: 

BRAULIO LEIVA




SIEMPRE ES EL RÍO

En la hora de las tempestades seguras
Los estrechos hijos descansan del fuego
Los guijarros siendo recomendados en la carne
Se estimulan en los cables desgraciados
Donde el helecho llega antes de ser destruido
Resistido por los brazos que caminan en los balcones
Los finos síntomas de la piraña conforman la cruz
El túnel desgasta las piezas pequeñas del beso
Bajo los colibríes que reciben amenazas
De acordeones de pasadas disputas
Cuando el bloque de hielo ha parido sus huevos infantiles
Que agradecen sus propiedades cancerígenas
Ante un público que se deshace en aplausos




CEREBRO AL AGUA

El cerezo para sentir la lengua en la cantidad de miradas que se pierden
Ellas aquilatan los senos que derrumban las chimeneas del tiempo
Y justifican los abrazos escondidos
Actitud de fantasma altamente calificado para la hierba
En la irritación de la ballesta para la muerte azul de un cisne y
De su vago vegetal que le camina por la pupila
Los deudores de puentes duermen al respecto de la memoria
El vidrio en la solapa de la ballena y sus óvulos ceremoniosos
Por el deseo de mirar por la boca de plantar una rodilla
Con su carpintero adentro
Si ellos nombran los moluscos las señoritas besan sus pezones
Con el salvajismo propio de un pétalo manipulador de tijeras


TRUCO A DOS VOCES

Ella a la hora de las alas
Con las líneas del beso en el revólver
Apuntará sobre las aves a su paso
Para comunicar al maniquí incandescente
Su tentativa distancia de lámparas
Para coser el día en el abismo
De la mano de títeres de luna
Con la bala de la sangre entre los ojos
En la hora precisa de concebir muñecas
La medalla rodará por los cielos
A la hora del disparo secreto
El tiempo será una caja musical
Las olas saldrán por los ojos
La mujer por la noche
Otras por el vino derramado
En la uñas del que cava arrepentido
Sin mirar los ojos del silencio.



Braulio Leiva: (Viña del mar, 1979-2014). Ingeniero Civil Informático y Poeta. En su juventud asiste fugazmente a un taller literario en Villa Alemana, época en que concentra en el auto aprendizaje y la investigación de vanguardias literarias a partir de su encuentro con la obra de Vicente Huidobro. El surrealismo no tardó en llegar. Comienza a escribir desde el amor y el azar. Entra en contacto con el Grupo Derrame el año 2006, grupo al cual se integra a comienzos de 2010. Dejo inedito un libro de poesia automatica " FUNDA-MENTAL: Aprenda radio en 15 días", que preparaba en coautoria con el poeta Rodia Ibadeva.


 

DAMASO OGAZ





LAS RATAS

Es preciso que alguien, venga y diga: hay un húmedo olor a baúl.
Nada más.
Como en esos invernaderos desolados, las ratas abrirán entonces un agujero,
Leve,
Melancólico,
Que les impida flotar a la deriva.
Junto a las ratas sobrevivimos, cada vez más tenaces y más adentro.
Expiamos,
No había nadie con apariencias humanas, con vínculos, con ropajes, con ferocidad.
Se ocultaron unos de otros.
¿Por qué tanta prisa?
Éramos los que se quedaron tempranamente solos a la hora de la siesta
Tensos y casi inmóviles.
Con una falta de preparación para la voraz visión del día.
Un rechinar de dientes
Con una posición desacertada ante los objetos en apariencia familiares..
Huesos y piedras
Y cenizas. Cada partícula caía pesada y lenta.
Hablar era para nosotros una operación difícil, como una especie de vértigo.
Ellos, los antecesores, ya habían perdido la clave de esas palabras.
Hay cosas que son definitivas.
“Inmortales”, vivisteis abrumados por el arrepentimiento y el asco insalvable.
Vivisteis para observar y exclamar: “Cuando la aguja marque ese número…”
Alfileres, Trajes usados.
Como las bestias que se reúnen para emigrar, otrora resollasteis.
Y al abrir la puerta, los vimos cambiar de nivel y ser una mancha negra.
Una mancha negra visible a nuestros ojos.
Una herida abierta, repulsiva.
Una mirada culpable y amarga publicaron los periódicos.
Hoy sabemos que sus recuerdos insospechadamente se arrastraban por los intersticios.
Sus recuerdos son instrumentos sutilmente afilados.
SED VOSOTROS… les gritamos.
Empero todos esos ojos de ayer vuelan y chocan como ratas enloquecidas dentro del baúl,
En señal de contrariedad. Esos ojos azotados por el ramaje y la maleza
Encierran, no obstante posibilidades misteriosas y amenazantes.
Yo, en particular, recuerdo unos ojos, unos guijarros tibios y lisos,
Y una voz que me dijo:
“Sale a este infierno”.

LOS PROXIMOS

El presente es una puerta.
Una estructura opaca, aquí
Aquí donde es necesario buscarse más hondo que en otros lugares.
Dejar que las manos vacías vayan en pos una de la otra a tientas, defendiéndose.
Hacer que las palabras se vayan quebrando muy alto; huecas e ilimitadas.
Las palabras que se apoyen ligeramente en un sistema de procedimientos y tentativas,
Colgaban de nuestro cuello como una rueda de molino.
Lograr que los pies remuevan el polvo frotándolos contra el piso,
Porque el polvo, como los objetos, se disgrega bajo la presión de la iniquidad.
Traer pálidas mujeres que cuiden de nuestros sueños y no establezcan ningún diálogo.
He aquí los hechos.
Extraños, pero verídicos.
El café amargo en la orilla de la mesa y la mesa en un cuarto
Donde los recuerdos me despiertan.
Por sus huecos, los zapatos abren el contacto entre la piel y el polvo
Y la sangre vacila.
El traje diario pende resignado, deformado en sus límites, en sus razones,
Como esos seres desfigurados por el apremio y sin voluntad
Capaces de disimular.
Llegan las voces, los próximos y el aleteo de un pájaro en lo profundo de los muebles.
Beben luego de sus jarras y sus gruesas venas transparentes dan lentos latidos.
Un agua turbia que después empujarán fuera de sus cuerpos clasificados
E irá en pos del pozo y en el pozo será transmutada.
Visten viejos uniformes que rozan de un modo inesperado las paredes.
Un sonido breve que fija las cosas dentro de un molde como un certificado de genealogía.
Luego responden o dicen o preguntan o interfieren las entradas.
Ellos encuentran placer en atormentarse, en descolorarse mutuamente, en borrarse y desaparecer.
Pellizcan a las pálidas mujeres como una pieza de caza.
Se sorprenden cuando un hombre se va de cabeza al fango como si quisiera espantar una mosca.
Un salto, ¿Cuándo exactamente?
El café vertido sobre el hule.
Los mimetismos tras la puerta.
Nos buscamos en ellos, desnudos, irremediables, con palabras a medias.
Queremos ser divisados para recogernos en sus miradas como un objeto de goma que rebota.
Conocemos sus moldes y cierta ceniza insospechada detrás de sus párpados.
Suponemos que nos perciben porque gesticulamos: un subterfugio inútil.
No hay parecido que les preocupe encontrar,.
Sus ojos están hechos para las expresiones indispensables
Sus manos se mueven sin dejar de permanecer en la indeterminación, tratando de disimular su presencia.
Son capaces de albergar todos los errores, como conservar caracoles entre elefantes por ejemplo.
Los próximos están así solamente reflejados y los viejos uniformes les devuelven la imagen.
Cuando se creen perdidos, desclavados, humedecen sus lenguas y se tornan indiferentes.
Se convierten de súbito en arrogantes y se asoman, sin interés, al borde de las interrogaciones que incitan.
- ¿Acá, nunca hay moscas en los platos?, preguntan.
Las palabras les recorren la columna vertebral y las cabezas les caen sobre las espaldas.
El miedo les enseñó el acento, les mostró la medida y su niebla les cubría.
Era como si alguien hubiera empañado un vidrio con el aliento.
Cada uno en su centro.
Aquí.
Cada uno en sentido inverso.
Entre lenguas y dientes conservaban el sabor amargo del café
Y algunos débiles clamores de ira y desesperanza.
Conservaban también el nombre, esa máscara que emplea el equilibrio.
Retenían junto a ellos, el alcance de sus manos, un montón de huesos mohosos en el borde.
Unos sacos ocultos en las mangas y unos sentidos vacíos que ya habitan.
¿A quien pertenecen esos moldes huecos? Tienen un número apretado entre los puños.
Una vieja madera pudriéndose por efecto del miedo y abriéndose al azar.
Petas, como en los finales de fiesta,
No parecían estar en su sitio adecuado y se mezclaban con los relojes de la policía que daban la hora.
Ellos ya no estaban. Ellos se habían topado con la punta e un puñal.
He aquí los hechos.
El análisis iba lejos.

LOS ASESINOS ENGENDRAN LA IGUALDAD

 ¿Qué palabras dirás? ¿Qué frases...? preguntaban desde el canapé Récamier.
Cubrían su palidez con una bruma fosforescente. Un hábito inconciente. Una oscuridad determinada, dije.
Inútil como un agujero más grisáceo en el fondo negruzco del barro.
Una intención que no puede ser apartada y permanece pegada al paladar. Asfixiada, como una paloma en un sombrero de copa demasiado brillante.
Atribulada mientras la soledad hiede y se expande. - ¿Qué gestos..?
El rostro crece en medio de los residuos, cuando nadie mira. Ojos. Orejas. Nariz. Boca. Lo necesario.
Pegajosos aún de la placenta, y las huellas de manos inmutables y grasientas.
Una forma que busca la espontaneidad inocente, dobla el cuello y se acaricia. Un gesto fuera de contexto.
Un ritual más en medio de una petrificada soledad. Arrojado y olvidado.
-El escepticismo es una indecencia, dijeron, y asumieron una expresión elegante, seguida de un sopor como de sueño. A tientas y con dulces engaños, desconectaron la voz del teléfono a cambio de lo real. Gatos y hongos. Y monsieur Dior con cuello alto. Algo como ceniza los cubría y alteraba sutilmente sus facciones.
-No te llamarás Dámaso, dijeron. Era una hipótesis. Andaban ahora dentro de una botella de vidrio negro. Descompuestos. Con las imágenes borrosas al pecho y su oscuridad progresando en círculo. No era posible apaciguarlos. Se habían apegado unos a los otros como animales fieles, como mundos contiguos y ordenados.
Unos después de otro. Se hacían inciertos, ciegos a la luz que alteraba sus rostros.
Creían tener un hilo conductor. Una mínima luz en cuyo centro numerosas siluetas gesticulaban y discutían sobre perros. Alguien, entre ellos, tomaba pastillas para el sueño.
Arrastraban a los demás tras las imágenes arbitrariamente elegidas.
Ya habían disipado las huellas que los testimonios de furor y desdén acumularon. Un arsenal de venenos y drogas.
Los trajes grises cuidadosamente aseados, como una vestimenta que ha de llevarse a un bautizo.
Y entre los pasos precipitados, la luz de los anuncios, el fluctuar del amor en los cinematógrafos. El dedo crispado en el gatillo.
Los amarillos documentos disimulados en la mano izquierda. Desde ese momento me perdí y me vieron flotar.
Me hice incoherente como un cadáver al que se han olvidado de enterrar. Otros paseantes un poco ausentes, finalmente, ataron esos fragmentos con alambres.
Lodo y niebla.
Un personaje interestelar.
Una serie de piezas fabricadas introvertidamente y unidas por un alambre de cuyo extremo después tiraban.
Tiraban.
Tiraban como a un animal disecado.
-La semejanza se adquiere, dijeron.
Había que acomodarse al paso de los demás, avanzar bordeando el foso, en sucios vagones de ferrocarril.
Ocultarse en los armarios rodeados de espejismos, confundirse con las ropas íntimas y los trajes usados. Inerte y culpable.
Vaivén de la balanza, apretaban con cálculo los dientes y deslizaban la cabeza entre las manos.
Si les preguntáis: ¿por qué?
Responderán: para vivir.
Se han estancado y se evaporan con los grises ropajes del sacrificio, y la piel manchada con los ojos gastados por dentro.
Uno después de otro.


Dàmaso Ogaz: (Santiago de Chile, 1924-Caracas, Venezuela,1990). Poeta y Artista plástico chileno, uno de los mayores exponentes del “Arte Correo”. Miembro del grupo “El techo de la ballena”. Autor de: "Triptico" (en conjunto con Manuel Rueda e Irma Astorga), Revista de Poesia Triptico n1, Santiago de Chile, 1949, "Tercera Elegía", Ed Zona, Santiago de Chile, 1952, segunda ediciòn Ed Evandro, Santiago de Chile, 1953,
"La llave maestra"  edición limitada realizada por el grabador argentino Juan Carlos Cirolía, Mendoza, Argentina, 1953, "Los Métodos y las deserciones imaginarias", Ed L inconnu, Francia, 1963, segunda ediciòn Ediciones El techo de la Ballena, Caracas, Venezuela, 1968, "La espada de doble filo", (ilustraciones de Carlos Contramaestre), Ediciones El techo de la ballena, Colección Sir Walter Raleigh, Caracas, Venezuela, 1962, "La ballena y lo Majamàmico", Colección Docencia Ballenera, Nº2. Ediciones el Techo de la Ballena, Caracas, Venezuela, 1967, "La cultura de occidente", Ediciones La pata de palo, Valera, Venezuela, 1970, "Iconolatria", Edición de 40 ejemplares, Ediciones Cisoria Arte, Caracas, Venezuela, 1974, "Pauta para el Uso", Ediciones La Verdad en la Poesía (LVELP), Entre Ríos, Argentina, 1974,
"Remate", Ediciones La Pata de Palo, Caracas, Venezuela, 1975, "Paso atràs ", Ediciones Rondas, Barcelona, España, 1975, "3 Textos", Ediciones La Pata de Palo, Caracas, Venezuela, 1975,  
"Que fue de la soga del pobre Gerard", Ediciones Pata de palo, Venezuela, 1977, "Cortado por la misma Tijera", Ediciones Cisoria Arte, Caracas, Venezuela, 1977, "Los Poderes", Ediciones Pata de palo, Venezuela, 1972, "Anverso y reverso del número ocho", Ediciones del rectorado, Universidad de los Andes, Venezuela, 1981, "Canción para un asesino", Ediciones Bárbara, Venezuela, 1983. Su obra ha sido incluida en diversas revistas y antologías chilenas y extranjeras, como así mismo participo en múltiples exposiciones internacionales en Chile, Argentina, Francia, Alemania y Japòn.