lunes, 8 de abril de 2013

FERREIRA FRESTE

EL SUEÑO DE LAS PALABRAS

I
Y yo vi en tus ojos
La sombra de mis ojos
Y el enigma de mi vida
Sin embargo las palabras que dormian en mi boca
Se acordaban percibiendo que no venias.

II
Te traigo
Mis manos blancas
Mi melancolia
Mi renuncia
Tengo frases suaves y redondas
Para acariciar tus brazos
Tengo dichos de rosas
Tengo recuerdos de dolores que dormian

III
Yo sè
Que nada ha pasado en nuestra memoria
Y que los jacintos nunca dijeron
Cual era el color de tus ojos.
Nuestros espiritus verificaron
Que aun no sabemos
Cùal seria o fue de aquellas noches
Y que tu risa era tristeza
Que me olvidè de mirar
El fondo de tu alma.

IV
No habràn màs suplicios escondidos
Detràs de los àrboles
Encontraremos nuestros caminos

 V
Cuando màs pienso en ti
Es cuando màs pienso en mi
No se porquè nuestras risas se encontraron
Justamente cuando en un absoluto reposo
Dormiàn
Y mi sueño era profundo
Como el cato de las rocas
Y mi brazo no alcanzaba
A agarrar los fantasmas que corrian perplejos
En el cielo de tu memoria
El azul era insoportable
Viniste corriendo, corriendo
Para ver si conseguias descubrir
El perfume que se elevaba de aquellas regiones
Donde no habian sido sabrificadas las penas
De nadie.
Los saltamontes lloraban
Los grillos lloraban
Los hombres lloraban
Sin embargo todos eran tan pràcticos
Apenas nosotros creiamos aun
En la inmortalidad del dolor y de la alegria
La alegria que comiamos
Y los que no querian sentir
La intensidad emotiva del momento
Pasaban a manos del olvido
Y giraban su rostro para llorar.

Ferreira Freste: 

AUGUSTO CONTADOR BORGES

LIVIANDADES DE LUZ

Luces kamikases invaden la pàgina
Un blanco que màcula
Error en la fracciòn del sentido
Lavar duaramente las miasmas de la palabra amor
Cutis de deseos volcànicos
Testigos de las peleas entre alma y carne
Noctàmbula llama, la perdiciòn del insomnio
Cilios crecen con convalecencia
Lobotomìa de làmparas
Mover penumbras imposibles
Imagen implantada en los confines de la memoria
Gata parida de fonemas, el origen del poema
Escalada de incendio
Bultos tienen veleidades de luz
Difuntos descartan la sombra
La colororida esperanza de un microscopio sin puertas (para otros cuerpos)
Llueve un rostro de cipreses
Mi lado mejor es la fiebre
Un tributo que escapa de las manos del poema
Un poema mio no tiene sentido: asciende en su halo
Naùfragos distraidos engullen fuegos fatuos
Luna, cabeza de la noche
Las sombras del cuarto alcanzaron la ùltima oscuridad para abrazarme como un candelabro
La calle ensordece nuestros bultos lavados de uva
La tinta del diluvio
Tus ojos resurgen la ùltima gota, donde la ciudad entera burbujea
Caballos marinos: hipocampo
Pràcticamente el ojo es un navìo
Los puentes no tienen timòn
El mayor riesgo de los desvìos es de volverse puntos de llegada
Quien da dos besos corre el riesgo de la desnudez
Momentos de belleza no levantan el èxtasis
Un beso escurre por el muro
Los espectros no usan zancos por razones de equilibrio
La sonrisa màs magnifica me viene de una perrera
La palmera es un àrbol desalineado. Tiene controversias
El crisantemo corre sin parar
La voz de las violetas claman mi silencio
Las arañas vibran cuando tomo
Un libro es la sombra de un àrbol
Sob luminoso fingiò ser Sherazade
Mil y una noches honorando las làmparas del sueño
Lacoonte o torsiòn de neuronas
La ropa no imita su dueño
Perdì mi rostro escudriñando el mapa
El mejor antidoto es el alivio.

Augusto Contador Borges: