domingo, 28 de julio de 2013

FERNANDO FREITAS

CAÑONES

Un vuelo de mi mirada planea sobre paredes rocosas, cristalinas y estrechas,
en busca de una salida.
Un fantàstico no ver es que siempre existe una cierta pèrdida de la
referencia, provocada por la libertad del vuelo, una cierta segadera. Un
cierto sobrevolar la vida.
Este vuelo de miradas entre paredes puede atravesar el mismo tiempo. Es este
modo de ver las cosas el que acostumbra a destruir el pasado de la memoria.
Casi vèrtigo de la simulaciòn òptica producida por los computadores. En èl
la memoria se volatiliza, se escapa, bate alas, y abandona momentàneamente el terreno.
La imaginaciòn sucumbe en una profunda concentraciòn, dejàndose
llevar por el flijo de las imàgenes que compònen a Borges. Imaginaciòn y
movimiento, y la animaciòn que nuestros ojos conciben.
Un vuelo de felicidad durmiente, que no se puede vislumbrar, al borde del abismo.

"...Las paredes perpendiculares, pintadas de gris y liquenes amarillos,
manchados oscuramente de roca viva, porciones de hierro en caras
desalabradas, salpicadas de reflejos brillantes de agua que gotea de las grietas."

El vèrtigo de un dìa.
El horror del vacio. La caìda del ser.
Hoy he conseguido ir a la vera del precipicio a mirar al agua allà bajo.
Pero para eso fueron necesarios muchos años de trabajo, tuve que superar
ese miedo y obtener el control de los nervios de manera que me pudiese sentar
en el borde con los pies en el aire y mirar para abajo calmadamente.
Sin embargo, aun no logro soportar ver a otra persona hacer lo mismo, me
parece que va a caer y angustiado, giro la cara para otro lado.
Felizmente, ante el vèrtigo de una caida accidental existe una protecciòn.
Un pasamano, explicò el filòsofo Gastòn Bachelard, nos protege de la màs
elemental de las lociras que puede alcanzar a todos nosotros desde lo alto
de un puente, o al borde de un precipicio.
Un pasamanos, o garde fou-como dicen los franceses- es un elemento
arquitèctonico que nos acompaña, nos asegura por la mano, y no nos deja
llevar a esa locura de saltar.
El abismo, en el fondo, estimula la queda interior, el descontrol de la
razòn, el miedo.
La seguridad de la caida viva de la tierra.

Fernando Freitas:      

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