sábado, 25 de febrero de 2012
EMILIO PADILLA
EL AHOGADO ASTRAL
Mientras decido afeitar la tarde
Animales de hostia despojan al día de sus faroles de lóbulo
La mas tórrida corbata de catástrofes
Al cuello de ciertos niños producidos.
Un faisán de periódicos huye con una cola de conejo
Por las frenéticas farmacias
Un perro inmemorial no sabe si el cielo es de jabón
O su hocico es una fruta desvirgada.
Pero el ahogado astral y su comedia hirsuta
Su incesto inclinado por el viento de proa
Se ríe de las bestias de navegacion
Como un dignisimo cadáver de flauta
Llego a la orilla con una marejada
En la cresta de una libélula de humo
Que le franqueaba su boca de ángel muerto
Con dientes de ceniza sin selva virgen.
La tarde era un lóbulo.
ARTAUD
Recuerdo al ángel murmurante
Me dio la llave de extremos ardores
Y verdades exquisitas como cuellos.
En tu plato un hipocampo agonizaba,
A lo lejos las nubes se peleaban tu aliento
Y un niño estremecido te acicalaba el cerebro
No bebías el jugo de los laudes de tiniebla
No repetías las frases de los arqueologos horrendos
Tus cabellos eran una extensión de la noche
Eras la oscilación del alma en el umbral del vidente.
BAJO CIERTOS MAGMAS DE LUZ LA MUJER DESNUDA ES UN ENCANTO SOPRANO
Destellaban siete catedrales por las colinas de hueso
Mientras algunos perros de hielo cerraban el paso a los embarcaderos
Los verdaderos emblemas de piel ardían y las boas de madrugada
Quebraban sus quijadas de vidrio
Una pipa enorme y despiadada despedia candados
y bailarines muertos a la hora en que el cielo se hinchaba
con cada respiro de pulpo platinado
era preciso cubrirse la vista con la mano o
invocar a las hadas del rocío
era preciso aun lanzar una mascara al océano.
Mientras el cielo se llenaba de pequeñas y orbitales novias
Y en las catedrales se batían a duelo cuervos y caballos
los últimos traficantes de morfina morían por el calor de las cebollas
aglutinando frente a ellos a una multitud de dioses peregrinos
Me mantuve cercano al hielo para sublevar algo en mi
Algo como un pescado blanco o una poesía sin guantes
La túnica de tu mente abrasada por los fuegos ancianos
El error del agua que cambio la siesta de los nautas.
Espere con divino sigilo a las hermanas de vientre azul
Pero el antiguo ermitaño de plata
Cuya sombra se diluye
Abrió su mano clarividente con un orgullo tal
Que mi boca escupió cúpulas de oficinas momificadas.
Emilio Andres Padilla: (Santiago de Chile, 20 de Septiembre de 1972). Poeta y Collagista Chileno. Fue colaborador de la Revista "Derrame". Mantiene inédita su obra: "Transfiguraciones", próxima a publicarse por Ediciones Derrame.
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