sábado, 18 de febrero de 2012

HUMBERTO DIAZ CASANUEVA




Mi recuerdo como abeja zumba fino a la orilla de su cuerpo
     erecto como flor
       Fueron brasas mis manos de tenerla

Todo eso suspendido y tirante sobre mi travesía

Cae la hora de la partida juega travieso reloj implacable

Salgo para los grandes lagos digo y me inclino a esta aventura

Allí esta el horizonte y se mueve orilla de buque
Con el ancla del sol apretada entre las rodillas

Abandonada solicita me persigue como copla
Labor del silencio que construye su rostro

Mientras tanto el tiempo victorioso cerrado con llave
La tarde burlada fugaz queda afuera

El eco se extiende como frió y cierra su anillo en pos
Quien vende rocío no es el enamorado

Cruza y tiñe el cielo de un largo ruido el lápiz de una estrella

Pienso lo mismo que un dibujante sobre la situación de sus ojos
El celo atraviesa como espada mi pecho del abandono

Tantas veces que su rizo con patas de pájaro posose sobre mi hombro


ELEVACION DE LA SIMA

Tal vez por que estos repetidos sueños tiran de la nada esa parte mía que todavía no tengo,
la unidad de mi ser no consigo aún a costa de su propio destino.
Mi cabeza tuvo una salida que daba al gozoso barro, pero crueles sueños me decapitan.
Y está temblando la blanda cera que inútilmente junto al fuego busca forma.
Este es el testimonio doliente del que no puede labrar sus formas puras,
Por que se lo impide su ser hecho de peligros y cruel sobresalto.
Después de cantar siento que el temor es la más segura medida de la frente ,
Tengo arpas crecidas pero cada noche se lleva la parte más misteriosa de mi alma.
Ser mío, me consumes por tu exceso, cuando hacia ti voy con esta mi despierta indigencia.
Ah! Si reposaras como esa luz ya rendida que en las manos de un fundidor se revela.
El poeta olvida su lengua maternal cuando debajo del alma cavan!
Desesperado apago en mí la aureola de los santos, quiero descubrir mis propias leyes.
Tal vez este espejo y sus pequeñas aguas muertas devolvieron mi más perdido rostro,
Pero fatigado estoy y en piedra ya desangrada caen los ojos saciados.
Veo que el día brota en mí solo por el limo que el sueño deja por mi cuerpo.
¿Quién ha de serenar entonces mis cien estatuas que de la luz se desprenden y enloquecen?
Que oscuridad caliente, jadeo en mi eclipse íntimo, pierdo el presagio,
Ay, ahora mi corazón sería capaz de negar su pequeña crisálida
Y esas pavorosas alas que le asoman emergiendo de la nada.


I
Entre las bestias grandes el hombre obra con soberbia porque esta mas solo, sus propios gritos lo despiertan  y como un timbalero mueve el corazón para anunciarse sobre el mundo; alabemos al hombre, sus raíces pongamos arriba y mezclemos con la luz.
El hombre no se previene para su fin, ni traza su circulo de paz, no se aplica a su sombra todavía, como un insensato se cree la amorosa imagen del ser; pero envuelto en llamas convierte al mundo en un sentido mas.

A veces me creo un hombre porque tiemblo al envejecer, el pavor me hace impenetrable entre los solitarios; pero arranco el don a los criados del otoño, pero me despiden entre los lobos.
¿Acaso yo quiero estar por encima de todos? ¿conmover los establos y arrebatar la leche caliente destinada al ladrón? ¿morder el cielo rebosante y volar luego hacia los barrios donde me abre la frente el águila que sobrevive a sus polluelos?
Nada de eso quiero, lo mas sagrado quiero para blanquear mis mansiones terrestres que el tiempo esta alargando hasta tocar el abismo. Igual que una estrella no perdedme de vista, asidme cuando pase lleno de sudor y traje inmenso.

Hay un lugar que no menciono, todos estamos ahí de cierta manera. Cátedras austeras y apuradas tablas que caen encadenadas y anatemas al oído del que se precipita al mediodía, sostienen el ser.

¿Quien predice ahí la ceguera para el que crece agitado por blancura lunar? El que desnuda caballos estériles la predice. Cada hora se su vida se cierra palidamente; no vive, muere desde lejos, en su boca terrones se entreabren y echa a andar el oro y solo habita torres embrujadas de luz viviente.

Yo tengo una lengua que se ríe de su pasado, hija vana del sueño y elegida para brasa sobre el agua; con habla mojada llamo desde adentro.
Ven oh difunto común de cuerpo y de alma y tan colérico como un gemelo que mil veces me hubiera negado, ven tu escudo abierto sobre el mundo como un ojo inmortal, mas casto que el celo de mi espíritu.
Por ti cruza el mar apenas brotado y la tierra relampagueante que el tiempo apura.
Ven hijastro de la sombra, saciada esfinge sin embargo ; tu ala obscura me arroja entre mis orígenes, me hace un trance donde los vivos resisten.
Oh principio de mi fuerza, padre de boca de sangre, tromba en que voy, legua que nadie ha desandado, espada como yo.
¿Que exceso invisible puede crearme definitivamente para tu dominio?
Siembra mis huesos por toda la hermosa tierra, y calienta las charcas y luego toca la flauta que hace crecer lo oculto. Brota en mi de puño de lobo, gran rey de tristes, !Adoptame para siempre!
Corro a oscuras, piso fríamente la gruta en que grandes olas estañadas suben, el pescado estalla y el aceite cesa en mis sentidos. Alumbrame ave fría la ruta del hombre esta hecha de sus entrañas, su soledad no corre al desierto sino que ilumina alrededor.
Entonces ¿Que hago?. Adoro la tierra y espanto los ángeles que contra ella se coligan y llenan de llanto sus honduras. Rompo los sellos del mar con liras duras y digo: ¿A donde vas oh sangre eterna?. Arde, cuaje en mi frente, inundame
Pero mi caballo hace memoria de mi, vengo a enterrarlo entre raíces de ciudades contra el mar y revestido de alas. !Oh resina caída gota a gota en mi alma, haced de mi muerte mi salario merecido!
A todos lavare bajo las supremas aguas, a todos enjuagare; la punzada infinita del dolor os hará palidecer, pero resistireis el hacha que os funde en la noche.
Me rodean ancianos envueltos en pañales, cada uno sostiene su perro albo encadenado, están con su edad endurecida por el engaño y nada pueden comprender, aguardan el principio del mundo para escuchar de nuevo el rumor de las alas del hombre apenas.
Libradme de gentes tan calmas, de la heredad de artesanos establecidos que hacen los soplos para el fuego del alma, nada quiero y sonrojo los cimientos.

De soñador que era me han hecho remo tallado a la espalda de un dueño; es un lidiador que multiplica el rebaño que corre en el invierno, sus lanzas pasa de mano en mano y los días quedan sangrando. El mismo hace de mi plata pesada sobre la yerba loca, de mi frente un animal inflamado que corre hasta el confín, de mi casa un desvelado mortero.
Tierra mía extendida en torno semejante a un anillo arrancado de cuajo que rueda ente enemigos, tierra mía natal, tu cerviz golpeo.
Animas mías, cuyo letargo lloro, estiradme en el espacio, recuperadme en vida, os lo permito.
Praderas desbocadas, espino que cubre la delantera del templo, montes en que fui concebido y pueblos que el hierro han henchido, desgajadme del enigma paterno, dame el sueño como la tregua de la sangre.
Pero el tiempo y el sueño se mezclan y las cosas profundas quedan en mi temblando y un rastro queda, un orujo entre las piedras,
!entonces comienzo a recoger mi rostro!


Humberto Diaz Casanueva: (1906-1992 ).Poeta Chileno. Premio Nacional de Literatura. Autor de: "El aventurero de saba", Ediciones Panomara, Santiago de Chile, 1926, "Vigilia por dentro", Editorial Nacimiento, Santiago de Chile, 1931, "El blasfemo coronado" Ediciones Imterperie, Santiago de Chile,1940, "Réquiem", (prologo de Gabriela Mistral), Ed Cuadernos Americanos, México, 1945, "La estatua de sal", Editorial Nascimiento, Santiago de Chile, 1947, "La hija Vertiginosa", Editorial Nascimiento, Santiago de Chile, 1954, " Los penitenciales", Carucci Editores, Italia, 1960, "El sol ciego", Ediciones del Grupo Fuego de la Poesia, Santiago de Chile, 1966, "Sol de lenguas", Editorial Nascimiento, Santiago de Chile, 1970, "Antología poética"; Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1970, "El hierro y el hilo" Ediciones Oasis, Toronto, Canada, 1980, "Los veredictos", Ediciones El Maiten, Nueva York, EEUU, 1981, "La aparición",  Editorial Prural, Caracas, Venezuela, 1984, "El traspaso de la antorcha", (prologo de Ana María del Re), Editorial de la Universidad Simón Bolívar, Caracas, Venezuela, 1982, "El pájaro dunga" Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1985, "El niño de Robben island", Ediciones manieristas, Santiago de Chile, 1985, "Vox tatuada", Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1991, "La Medusa", ( Edición de Rodrigo Diaz y prologo de Federico Schopf), Editorial Cuarto Propio, Santiago de Chile, 2006.

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